lunes, diciembre 17, 2007

La Poeta


para Sylvia.

Ella es Poeta, no Poetisa,
esa palabra no existe en su parco y natal idioma,
poeta porque no tiene sexo el escribir,
como no lo tienen los sentidos, como no lo tiene la razón.
La poeta está enamorada de la vida
aunque pareciese que la vida de ella no.
Al escribir, la Poeta se da luces,
se da aliento y se da un motivo,
para por un momento y descansa
sale a regar sus amapolas; ya se siente mejor,
alimenta los fantasmas buenos que ella misma
en su mente inventó.
Para Ella, ser poeta es como respirar
o sea algo que no se decide hacer;
sino algo que está ahí desde el principio
que pasa siempre y que se es.
Para la Poeta este mundo no es bueno ni malo
porque no tiene otros mundos con que compararlo,
pero en todo caso cree que podría ser mucho mejor;
piensa siempre en más colores, menos lluvia,
pero el mismo dolor; no conoce, Ella, su vida sin dolor.
Como se acostumbran los ojos a una fuerte luz
de la misma manera la angustia que oprime su siempre su pecho
siendo igual se hace menor.
La Poeta duerme poco y mal
en esas pocas horas que roba a las blancas hojas.
Es sobre aquellas y ejerciendo su mágico oficio
cuando se siente plena, cuando de su anclaje se libera,
muerde el labio de abajo y mana de su tinta palabras y pasión,
porque del amor sabe mucho
como sabe también que cuando este importa poco
la rabia también es un buen combustible para la vida.
La Poeta siente haber perdido
lo que no se puede recuperar
sigué mordiendo el labio y escribiendo,
soñando poco y despierta
y cada vez se aísla más.

La Poeta al escribir se da luces,
esas luces que humedecen sus ojos,
que apaciguan sus latidos;
las luces que ella misma apagará.
Es muy frágil la Poeta
como los amarillos pétalos de sus amapolas,
necesita cosas que quiere y la vida no le brinda;
porque al final, por encima y como causa de ser poeta
está su oficio último: el de ser Mujer.
Manduco.